"El pastor amoroso". Aniversario 131 del nacimiento de Alberto Caeiro

En el aniversario 131 de Alberto Caeiro, a quien Pessoa supo nacido el 16 de abril de 1889 a la 1:45 p. m., en Lisboa, valga recordar el ciclo de poemas “El pastor amoroso” (O Pastor amoroso) esbozado en 1914 y retomado por Pessoa entre 1929 y 1930. Adhiero aquí al criterio de transcripción de las dos ediciones críticas portuguesas (Ivo Castro, 2015, IN-CM; y Jerónimo Pizarro y Patricio Ferrari, 2016, Tinta-da-China), manteniendo el orden cronológico y presentándolas como una serie de siete poemas (y no de ocho como otras ediciones portuguesas) en la cual, solo los primeros dos tienen numeración. Los dactiloscritos / manuscritos  originales están disponibles en línea como parte del Espólio de Fernando Pessoa en la Biblioteca Nacional de Portugal (http://purl.pt/1000).


Página dactiloscrita que contiene el poema VII de esta serie. Llama la atención la cita (tachada por Pessoa) que lo precede, "E tudo é belo porque tu és bela" (And all looks lovely in thy loveliness), último verso del soneto Love's Blindness del poeta inglés Alfred Austin (1835-1913).



– I –

Cuando yo no te tenía
amaba la Naturaleza como un monje calmo a Cristo…
Ahora amo la Naturaleza
como un monje calmo a la Virgen María,
religiosamente, a mi modo, como antes,
pero de otro modo más conmovido y próximo.
Veo mejor los ríos cuando voy contigo
por los campos y a la orilla de los ríos;
sentado a tu lado, observando las nubes
las observo mejor…
Tú no me quitaste la Naturaleza…
Tú no me cambiaste la Naturaleza…
Trajiste la Naturaleza junto a mí,
porque tú existes la veo mejor, pero idéntica,
porque tú me amas, la amo del mismo modo, pero más,
por haberme escogido tú para tenerte y amarte,
mis ojos miraron hacia ella más detenidamente
sobre todas las cosas.
No me arrepiento de lo que fui otrora
porque aún lo soy.
Solo me arrepiento de otrora no haberte amado.

6-7-1914


– II –


La luna está alta en el cielo y es primavera.
Pienso en ti y dentro de mí estoy completo.

Corre por los vagos campos hasta mí una brisa ligera,
pienso en ti, murmuro tu nombre; y no soy yo: soy feliz.

Mañana vendrás, caminarás conmigo cogiendo flores por el campo,
y yo andaré contigo por el campo viéndote coger flores.

Yo ya te veo mañana recogiendo flores conmigo por los campos,
pero cuando vengas mañana y camines conmigo cogiendo flores realmente,
eso será una alegría y una novedad para mí.

6-7-1914



– III –


Tal vez quien ve bien no sirva para sentir
y no agrade por ser anterior a las costumbres.
Es necesario tener modos para todas las cosas,
y cada cosa tiene su modo, como también el amor.
Quien tiene el modo de ver los campos entre las hierbas
no debe tener la ceguera que causa hacer sentir.
Amé, y no fui amado, lo que solo vi al final,
porque no se es amado como se nace sino como acontece.
Ella sigue tan bonita de cabello y boca como antes,
y yo continúo como era antes, solitario en el campo.
Como si hubiera estado cabizbajo,
pienso esto y termino con la cabeza en alto
y el sol quema el deseo de lágrimas que no puedo dejar de tener.
¡Cuán vasto es el campo y el amor interior…!
Miro, y olvido, como se seca donde hubo agua y se deshoja en los árboles.

Yo no sé hablar porque estoy sintiendo.
Estoy escuchando mi voz como si fuera de otra persona,
y mi voz habla de ella como si fuera ella quien hablara.
Tiene el cabello de un rubio amarillo de trigo bajo el sol claro,
y la boca cuando habla dice cosas que no hay en las palabras.
Sonríe, y los dientes son limpios como piedras del río.

18-11-1929



– IV –

El amor es una compañía.
Ya no sé andar por los caminos,
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar más a prisa
y ver menos, y al mismo tiempo disfrutar de ir viéndolo todo.
Incluso su ausencia es una cosa que está conmigo.
Y yo la quiero tanto que no sé cómo desearla.
Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los árboles altos.
Pero la veo y tiemblo, no sé qué ha sido de lo que siento en su ausencia.
Todo yo soy una fuerza cualquiera que me abandona.
Toda la realidad mira hacia mí como un girasol con el rostro de ella en medio.

10-7-1930



– V –

Pasé toda la noche, sin saber dormir, viendo sin nada la figura de ella
y viéndola siempre de maneras diferentes a como la encuentro a ella.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que ella es cuando me habla,
y en cada pensamiento ella varía de acuerdo con su semejanza.
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir solo con pensar en ella.
No sé bien lo que quiero, ni siquiera de ella, y yo no pienso sino en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
para no tener que dejarla luego.
Y prefiero pensar en ella, porque por ella como es siento cierto miedo.
No sé bien qué es lo que quiero, ni quiero saberlo. Solo quiero pensar en ella.
No pido nada a nadie, ni a ella, sino pensar.

10-7-1930


– VI –

El pastor amoroso perdió el cayado,
y las ovejas se escaparon por la ladera.
Y, de tanto pensar, ni siquiera tocó la flauta que trajo para tocar.
Nadie apareció ni desapareció para él. Nunca más encontró el cayado.
Otros, despotricando de él, recogieron sus ovejas.
En últimas, nadie lo había amado.
Cuando se levantó de la ladera y de la verdad falsa lo vio todo:
los grandes valles plenos con los mismos verdes variados de siempre,
las grandes montañas a lo lejos, más reales que cualquier sentimiento,
la realidad entera, con el cielo y el aire y los campos que están presentes.
Y sintió que de nuevo el aire le abría, aunque con dolor, una libertad en el pecho.

10-7-1930


– VII –

Ahora que siento amor
tengo interés en lo que huele.
Nunca antes me interesó que una flor tuviera olor.
Ahora siento el perfume de las flores como si hubiera una vida nueva.
Bien sé que ellas olían, como sé que existía.
Son cosas que se saben por costumbre.
Pero ahora lo sé con la respiración de la parte posterior de la cabeza.
Hoy las flores me saben bien en un gusto que se huele.
Hoy despierto y, a veces, huelo antes de ver.

Ahora todos los días despierto con alegría y pena.
Antiguamente despertaba sin sensación alguna; despertaba.
Tengo alegría y pena porque pierdo lo que sueño
y puedo estar en la realidad donde está lo que sueño.
No sé qué he de hacer con mis sensaciones,
no sé qué he de ser solo.
Quiero que ella me diga cualquier cosa para despertar yo de nuevo.

23-7-1930




Traducción: Carlos Ciro



Original portugués:


– I – // Quando eu não te tinha / Amava a Natureza como um monge calmo a Cristo... / Agora amo a Natureza / Como um monge calmo à Virgem Maria, / Religiosamente, a meu modo, como dantes, / Mas de outra maneira mais como vida e próxima. / Vejo melhor os rios quando vou contigo /Pelos campos até à beira dos rios; / Sentado a teu lado reparando nas nuvens / Reparo nelas melhor… / Tu não me tiraste a Natureza... / Tu não me mudaste a Natureza... / Trouxeste-me a Natureza para o pé de mim, / Por tu existires vejo-a melhor, mas a mesma, / Por tu me amares, amo-a do mesmo modo, mas mais, / Por tu me escolheres para te ter e te amar, / Os meus olhos fitaram-na mais demoradamente / Sobre todas as coisas. / Não me arrependo do que fui outrora / Porque ainda o sou. / Só me arrependo de outrora te não ter amado. 
– II – // Está alta no céu a lua e é primavera / Penso em ti e dentro de mim estou completo. // Corre pelos vagos campos até mim uma brisa ligeira. / Penso em ti, murmuro o teu nome; e não sou eu: sou feliz. // Amanhã virás, andarás comigo a colher flores pelo campo, / E eu andarei contigo pelos campos a ver-te colher flores. // Eu já te vejo amanhã a colher flores comigo pelos campos, / Mas quando vieres amanhã e andares comigo realmente a colher flores, / Isso será uma alegria e uma novidade para mim. 
– III – // Talvez quem vê bem não sirva para sentir / E não agrade por estar muito antes das maneiras. / É preciso ter modos para todas as coisas, / E cada coisa tem o seu modo, e o amor também. / Quem tem o modo de ver os campos pelas ervas / Não deve ter a cegueira que faz fazer sentir. / Amei, e não fui amado, o que só vi no fim, / Porque não se é amado como se nasce mas como acontece. / Ela continua tão bonita de cabelo e boca como de antes, / E eu continuo como era de antes, sozinho no campo. / Como se tivesse estado de cabeça baixa, / Penso isto, e fico de cabeça alta / E o sol queima a vontade de lágrimas que não posso deixar de ter. / Como o campo é vasto e o amor interior...! / Olho, e esqueço, como seca onde foi água e nas árvores desfolha. // Eu não sei falar porque estou a sentir. / Estou a escutar a minha voz como se fosse de outra pessoa, / E a minha voz fala dela como se ela é que falasse. / Tem o cabelo de um louro amarelo de trigo ao sol claro, / E a boca quando fala diz coisas que não há nas palavras. / Sorri, e os dentes são limpos como pedras do rio. 
– IV – // O amor é uma companhia. / Já não sei andar só pelos caminhos, / Porque já não posso andar só. / Um pensamento visível faz-me andar mais depressa / E ver menos, e ao mesmo tempo gostar bem de ir vendo tudo. / Mesmo a ausência dela é uma coisa que está comigo. / E eu gosto tanto dela que não sei como a desejar. /Se a não vejo, imagino-a e sou forte como as árvores altas. / Mas se a vejo tremo, não sei o que é feito do que sinto na ausência dela. / Todo eu sou qualquer força que me abandona. / Toda a realidade olha para mim como um girassol com a cara dela no meio.

– V – // Passei toda a noite, sem dormir, vendo, sem nada a figura del / E vendo-a sempre de maneiras diferentes do que a encontro a ela. / Faço pensamentos com a recordação do que ela é quando me fala, / E em cada pensamento ela varia de acordo com a sua semelhança. / Amar é pensar. / E eu quase que me esqueço de sentir só de pensar nela. / Não sei bem o que quero, mesmo dela, e eu não penso senão nela. / Tenho uma grande distracção animada. / Quando desejo encontrá-la / Quase que prefiro não a encontrar, / Para não ter que a deixar depois. / E prefiro pensar dela, porque dela como é tenho qualquer medo. / Não sei bem o que quero, nem quero saber o que quero. Quero só pensar nela. / Não peço nada a ninguém, nem a ela, senão pensar. 
– VI – // O pastor amoroso perdeu o cajado, / E as ovelhas tresmalharam-se pela encosta, / E, de tanto pensar, nem tocou a flauta que trouxe para tocar. / Ninguém lhe apareceu ou desapareceu. Nunca mais encontrou o cajado. / Outros, praguejando contra ele, recolheram-lhe as ovelhas. / Ninguém o tinha amado, afinal. / Quando se ergueu da encosta e da verdade falsa, viu tudo: / Os grandes vales cheios dos mesmos varios verdes de sempre, / As grandes montanhas longe, mais reais que qualquer sentimento, / A realidade toda, com o céu e o ar e os campos que estão presentes. / E sentiu que de novo o ar lhe abria, mas com dor, uma liberdade no peito. 
– VII – // Agora que sinto amor / Tenho interesse no que cheira. / Nunca antes me interessou que uma flor tivesse cheiro. / Agora sinto o perfume das flores como se houvesse uma vida nova. / Sei bem que elas cheiravam, como sei que existia. / São coisas que se sabem por maneira. / Mas agora sei com a respiração da parte de trás da cabeça. / Hoje as flores sabem-me bem num paladar que se cheira. / Hoje às vezes acordo e cheiro antes de ver. // Todos dias agora acordo com alegria e pena. / Antigamente acordava sem sensação nenhuma; acordava. / Tenho alegria e pena porque perco o que sonho / E posso estar na realidade onde está o que sonho. / Não sei o que hei-de fazer das minhas sensações. / Não sei o que hei-de ser sozinho. / Quero que ela me diga qualquer coisa para eu acordar de novo.

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