viernes, mayo 31, 2019

Pasar de las horas o Walt Whitman - (y una nota de I. I. Crosse sobre Álvaro de Campos y Whitman)

En el bicentenario del nacimiento de Walt Whitman (1819-1892),  vuelvo sobre este fragmento de canto de Álvaro de Campos, que tal vez nunca hubiera terminado de decidirse si incorporarlo a su enorme "Saludo a Walt Whitman" (Saudação a Walt Whitman) o al sobrecogedor "Pasar de las horas" (Passagem das horas).

Se trata de un manuscrito claro, identificado con la cota [71-3] del espólio pessoano mantenido en la Biblioteca Nacional de Portugal y previamente editado y traducido en numerosos volumenes, tanto independientemente como sumado a una de las dos series líricas entre las que Pessoa dudó para asociarlo.

Acompaño este poema (fragmento de poema) con una breve nota del heterónimo crítico y traductor I. I. Crosse, en la que habla de Álvaro de Campos y de Walt Whitman.




Álv[aro] de Campos (Fernando Pessoa)

PASAR DE LAS HORAS O WALT WHITMAN                         [sin fecha]

Yo, el ritmista febril
para quien el párrafo de versos es una persona entera,
para quien, por debajo de la metáfora aparente,
como en la estrofa, antistrofa, épodo o poema que escribo,
que construyo por detrás del delirio
que pienso por detrás del sentir
que amo, exploto, rujo, con orden y con oculta medida,
yo, ante ti, querría tener menos de ingeniero en el alma,
menos del griego de las máquinas, menos del Bacante de Apolo
en mis momentos de alma multiplicados en verso.

Pero el aire de altamar
llega, por un influjo desde el interior de mi sangre
a mi cerebro desterrado en tierra,
y la furia con que medito, la rabia con que me domino
se abre como una vela, arrebatada por el viento a los aires,
henchida servidumbre al rasgo de asombro de los [...]


Álvaro de Campos (Fernando Pessoa)Traducción de Carlos Ciro



Original portugués: 

Passagem das horas ou Walt Whitman // Eu, o ritmista febril / Para quem o parágrafo de versos é uma pessoa inteira, / Para quem, por baixo da metáfora aparente, / Como em estrofe, anti-estrofe, epodo o poema que escrevo, / Que por detrás do delírio construo / Que por detrás de sentir penso / Que amo, expludo, rujo, com ordem e oculta medida, / Eu ante ti quereria ter menos de engenheiro na alma, / Menos de grego das máquinas, de Bacante de Apolo / Nos meus momentos de alma multiplicados em verso. // Mas o ar do mar alto / Chega, por um influxo de dentro do meu sangue / Ao meu cérebro desterrado em terra, / E a fúria com que medito, a raiva com que me domino / Abre-se como uma vela, tomada de vento, aos ares / Ampla servidão ao rasgo de assombro dos (...)






[E3. 14A - 66-67]

I. I. Crosse (Fernando Pessoa)

    Álvaro de Campos es uno de los más grandes ritmistas que han existido. Cada párrafo métrico suyo es una obra de arte culminada. Él logra versos definidos, perfectamente "redondeados" de tales métricas irregulares.
    Él es el más violento de todos los escritores. Su maestro, Whitman es suave y tranquilo comparado con él. Aunque el más turbulento de los dos poetas sea también el más autocontrolado. Él es tan violento que mucha de energía de su violencia permanece en él para que él pueda usarla para disciplinar su violencia.
    La violencia de la Oda Marítima es perfectamente demente. Aunque no tenga paralelo en el arte, y dado que su violencia es tal.
    Su volcánica emoción, su violencia de sensación, su formidable giro de la violencia a la ternura, de su pasión por las cosas grandes y ruidosas al amor por las más humildes y calmas, sus transiciones sin parangón, sus silencios súbitos, pausas súbitas... si cambio de inestables a ecuánimes estados mentales –nadie se le ha acercado nunca en el [] de su histeria en nuestra época–.
    La formación clásica de sus primeros años que nunca lo abandona (pues él es uno de los poetas más unificados e incluso un constructor y un ensamblador de partes en un todo orgánico); su inestabilidad individual, su entrenamiento matemático y científico, sumada a otra estabilizadora influencia (nunca es demasiado para un temperamento tan volcánico) []
    Su fervorosa aversión por las cosas mínimas, por la gente mínima de nuestra época entera, pues ella está constituida por cosas y personas pequeñas.
    Este cuasi-futurista que ama los grandes poetas clásicos porque fueron grandes y desprecia los hombres de letras de su tiempo porque todos son pequeños.
Su arte de transmitir sensaciones de un solo golpe:
La cinta color rosa dejada sobre la cómoda,
El último juguete partido (trencito con la cuerda sucia para impulsarlo)
del niño inevitablemente muerto, oh mano ve negro doblándole el vestido.
    Su sorprendente autoanálisis que hace súbitamente fría toda su emoción como en el "Saludo".



I. I. Crosse (Fernando Pessoa)Traducción de Carlos Ciro




TaBaCaRio

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