Nacimiento de Alberto Caeiro. 125 aniversario.
De acuerdo con el horóscopo que Pessoa hizo para él, Alberto
Caeiro da Silva habría nacido el 16 de abril de 1889 en Lisboa, siendo la 1:45
p.m. y correspondería hoy la celebración de su 125 aniversario.
Sirva, para recordarlo hoy, este fragmento de auto-interpretación
en el que algún otro interlocutor de la galaxia heteronímica, recordaría sus
palabras así:
Como me dijo él en una
ocasión: «Sólo la prosa se enmienda, El verso nunca se enmienda. La prosa es
artificial. Es el verso lo que es natural. Nosotros no hablamos en prosa.
Hablamos en verso. Hablamos en verso sin rima ni ritmo. Hacemos pausas en la
conversación que en la lectura de prosa no
pueden hacerse. Hablamos,sí, en verso, en verso natural —es decir, en verso
sin rima ni ritmo, con las pausas de nuestra respiración y nuestro
sentimiento—.
»Mis versos son
naturales porque son hechos así...
»El verso ritmado y
rimado es bastardo e ilegítimo.»
Original:
Como ele me disse uma
vez «Só a prosa é que se emenda. O verso nunca se emenda. A prosa é artificial.
O verso é que é natural». Nós não falamos em prosa. Falamos em verso. Falamos
em verso sem rima nem ritmo. Fazemos pausas na conversa que na leitura da prosa
se não podem fazer. Falamos, sim, em
verso, em verso natural — isto é, em verso sem rima nem ritmo, com as pausas do
nosso fôlego e sentimento.
Os meus versos são
naturais porque são feitos assim.
O verso ritmado e rimado
é bastardo e ilegítimo.»
Fuentes:
Pessoa, Fernando. Poesía
de Alberto Caeiro. Assírio & Alvim. Edição de Richard Zenith e Fernando
Cabral Martins. 3 ª ed. Lisboa, 2009. pág. 203
Pessoa, Fernando &
Lopes, Maria Teresa Rita. Pessoa por Conhecer - Textos para um Novo Mapa .
Estampa. Lisboa, 1990. pág. 402.
{Disponible en arquivopessoa.net}
Y, para acompañar esta voz, un fragmento del Libro del desasosiego
en el que Bernardo Soares, relee sosegadamente a su maestro transpuesto, el 232
[de acuerdo con la edición crítica de la IN-CM], fechado un 24 de marzo de 1930
(también bajo el signo de Aries).
Releo pasivamente,
recibiendo lo que siento como una inspiración y una liberación, aquellas frases
simples de Caeiro, en natural referencia a lo que resulta del pequeño tamaño de
su aldea. Desde allí, dice él, por ser pequeña, se puede ver más del mundo que
desde la ciudad; y por eso la aldea es mayor que la ciudad...
«Porque yo soy del
tamaño de lo que veo
y no del tamaño de mi
altura».
Frases como estas, que
parecen crecer sin voluntad que las hubiese dicho, me limpian de toda la
metafísica que espontáneamente sumo a la vida. Después de leerlas, me acerco
hasta mi ventana sobre la calle estrecha, miro al gran cielo y a los muchos
astros, y soy libre con un esplendor alado cuya vibración me estremece en todo
el cuerpo.
«¡Soy del tamaño de lo
que veo!» Cada ve que pienso esta frase con toda la atención de mis nervios,
más destinada me parece ella a reconstruir consteladamente el universo.
"¡Soy del tamaño de lo que veo!» Que gran posesión mental va desde el pozo
de las emociones profundas hasta las altas estrellas que se reflejan en ella y,
así, en cierto modo, están allí.
Y ahora ya, consciente
de saber ver, mira la basta metafísica objetiva de todos los cielos con una
seguridad que me da ganas de morir cantando. «¡Soy del tamaño de lo que veo!» Y
el vago luar, completamente mío, comienza a disipar de vago el azul medio negro
del horizonte.
Tengo deseos de levantar
los brazos y gritar cosas de un salvajismo ignorado, de decir palabras a los
altos misterios, de afirmar una nueva personalidad vasta a los grandes espacios
de la materia vacía.
Pero me recojo y me
ablando. «¡Soy del tamaño de lo que veo!» y la frase queda siendo para mí mi
alma entera, recuesto en ella todas las emociones que siento, y sobre mí, por
dentro, como sobre la ciudad por fuera, cae la paz indescifrable del luar duro
que comienza alargado con el anochecer.
Original
Releio passivamente,
recebendo o que sinto como uma inspiração e um livramento, aquelas frases
simples de Caeiro, na referência natural ao que resulta do pequeno tamanho da
sua aldeia. Dali, diz ele, porque é pequena, pode ver-se mais do mundo do que
da cidade; e por isso a aldeia é maior que a cidade...
«Porque eu sou do
tamanho do que vejo
E não do tamanho da
minha altura.»
Frases como estas, que
parecem crescer sem vontade que as houvesse dito, limpam-me de toda a
metafísica que espontaneamente acrescento à vida. Depois de as ler, chego à
minha janela sobre a rua estreita, olho o grande céu e os muitos astros, e sou
livre com um esplendor alado cuja vibração me estremece no corpo todo.
«Sou do tamanho do que
vejo!» Cada vez que penso esta frase com toda a atenção dos meus nervos, ela me
parece mais destinada a reconstruir consteladamente o universo. «Sou do tamanho
do que vejo!» Que grande posse mental vai desde o poço das emoções profundas
até às altas estrelas que se reflectem nele, e, assim, em certo modo, ali
estão.
E já agora, consciente
de saber ver, olho a vasta metafísica objectiva dos céus todos com uma
segurança que me dá vontade de morrer cantando. «Sou do tamanho do que vejo!» E
o vago luar, inteiramente meu, começa a estragar de vago o azul meio negro do
horizonte.
Tenho vontade de erguer
os braços e gritar coisas de uma selvajaria ignorada, de dizer palavras aos
mistérios altos, de afirmar uma nova personalidade vasta aos grandes espaços da
matéria vazia.
Mas recolho-me e
abrando. «Sou do tamanho do que vejo!» E a frase fica-me sendo a alma inteira,
encosto a ela todas as emoções que sinto, e sobre mim, por dentro, como sobre a
cidade por fora, cai a paz indecifrável do luar duro que começa largo com o
anoitecer.
Fuentes:
Pessoa, Fernando. Livro
do desasocego. Edição Crítica de Fernando Pessoa. Série Maior. Volume XII. Tomo
I. Imprensa Nacional - Casa da Moeda (IN-CM). Edição de Jerónimo Pizarro.
Lisboa, 2010. pág. 230
Pessoa, Fernando. Livro
do Desassossego por Bernardo Soares. Vol.I. Ed. Ática. (Compilación y
transcripción de Maria Aliete Galhoz y Teresa Sobral Cunha. Prefacio y organización
de Jacinto do Prado Coelho.) Lisboa, 1982.
pág. 140.
Pessoa, Fernando. Livro
do Desassossego, por Bernardo Soares. Vol. II. Mem Martins: Europa-América., organización
de António Quadros. Lisboa, 1986. {"Fase confessional"}
Comentarios